lunes, 24 de septiembre de 2018

...Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.


Me encanta ir al país vecino, está tan cerca, es tan distinto; recorrer playas, callejas empedradas y senderillos estrechos.

Si además voy con amigos del alma, de esos que ni te preguntan si quieres, sino que te pasan a buscar y te llevan por delante, esos amigos que son hombro donde llorar, apoyo para el camino, silencioso espejo que te refleja, de esos que te conocen mejor que tú misma y que saben lo que vas a decir antes, mucho antes, de que pronuncies las palabras (e incluso aunque nunca llegues a pronunciarlas); entonces, la visita al vecino Algarve se convierte en una experiencia vital, que rompe y rasga la línea continua y el suelo bajo los pies.

Pues eso ha sido este fin de semana, desconectar pero para reconectarnos, descubrir y a la vez rememorar, recordar mientras se pasa página. 

Praia do Telheiro, uno de esos sitios en los que perderse, con una bajada complicadilla, poca arena en marea alta, mucha roca, mucho cielo y amplio mar.

Olas que te baten, que hacen que de pronto el agua no te llegue a las rodillas y al instante siguiente te pase el cuello, imposible fijar los pies.



 


Zavial con sus aguas transparentes, parecen tranquilas pero algún susto nos han dado. La cueva mágica más allá de la bajamar, donde las piedras trepan unas encima de otras, rojizas, amarillas, ocres, pardas, marrones, grises... empacho de colores.





Faros que indican el camino, y caminos que no se volverán a pisar, pero siempre se puede volver la vista atras para rememorarlos, recordar lo bueno, reconocer lo aprendido. 






Vista adelante de nuevo y nuevas sendas que recorrer. Una vuelta más en esta vida que gira y gira, nunca para de girar... como el haz de luz de ese faro en la punta, visible para todo el que se acerque, ayudando siempre a marcar el camino.





Y ese aspecto desaliñado, antiguo, decadente... pero lleno de color y de texturas. Esas sensaciones que te invaden al mirar una ventana y preguntarte quien vive ahí, y pensar que podrías ser tú, que este es un buen lugar para pasar la vida. Aún sabiendo que no es probable que tus pasos y tus decisiones desemboquen en este paisaje, sino sólo por unos días.



Y de buena mañana, un café o una infusión, una tosta mixta o un croisant, un pastel de Belem o dos y unas maravillosas vistas; una conversación profunda sobre el abismo ante lo que sucederá irremediablemente, antes o después, y que nunca, por mucho que te hagas a la idea, te pillará sin vértigo.

Hasta siempre Amado, volveremos a vernos.

lunes, 3 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE

¡Bienvenido septiembre!

La tierra espera ya al otoño, las grietas profundas y secas ansían las primeras gotas. Mi piel seca y áspera anhela los frescos días que vendrán; las grietas profundas y secas aguardan impacientes la nueva estación.
Bienvenido septiembre que, aunque no es nada, significa un nuevo inicio, una esperanza, el ciclo que avanza innegable, a pesar de los cambios.





¡Bienvenido septiembre, te estábamos esperando!