Camino descalza sobre las tablas de muelle, es una suave caricia para las plantas de unos pies que llevan todo el día en zapatos cerrados, húmedos y sudorosos, se agradece; las rugosidades de las tablas se sienten una a una como cicatrices que el tiempo ahonda en lugar de suavizar.
Me siento en silencio en la punta del muelle, el lago delante y a ambos lados, la "isla del amor" enfrente, pequeña, con su palmera, inconfundible. El sol se esconde tras Mancarrón, la luna inmensa se impone sobre la Carolina y el Encanto. El reflejo de la luna llena corre casi paralelo a la orilla, hasta llegar a bañarme de luz.
Por fin, al ponerse el sol, se mueve el aire y una brisa fresca viene a acompañarme, trae el sonido de zanates y oropéndolas que llegan a dormir sobre los aguacates y mangos de esta isla. Dejo volar los pensamientos, que se me escapan a raudales.
Hay dos hermanos en el muelle de al lado, uno pescando, otro sólo sentado en la punta, como yo. Me llega muy amortiguado el suave rumor de sus palabras. Estos hermanos se llaman como los míos, y pienso si habrá algún vínculo invisible, si tiene algún significado que compartan nombre con esas personas a las que tanto quiero. La última foto que mi hermano pequeño compartió era del otro pescando, a miles de kilómetros de aquí; están juntos y comparten atardeceres de pesca y pienso, por un momento, que me encantaría que estuvieran aquí, compartir con ellos este rato de tranquilidad. Estos hermanos, como los míos, son muy distintos y a la vez semejantes.
Mis hermanos estarán a esta hora ya dormidos, y espero haberme cruzado en sus sueños con mis pensamientos, seguro que el vínculo invisible entre ellos y yo sí que existe, seguro que me sienten cerca como yo a ellos, y quizá la coincidencia de nombres entre ellos y estos solo sirve para que yo me cuele en sus sueños un ratito esta noche.
Oigo pasos y voces a mi espalda, alguien llega al muelle, vendrán a disfrutar de la luna sobre el lago, no es privilegio mío estar aquí, pero me molesta. Saludo, me pongo las chanclas y me voy, son turistas, son españoles, son escandalosos… rompen de golpe la paz del momento, me refugio en la oscuridad de los aguacates, donde esta mi casita de hoy, y me dispongo a cenar.