jueves, 9 de junio de 2016

Calor y más calor


Ayer hizo un día de calor tremendo, de esos en los que todos los poros del cuerpo andan liberando litros de sudor. Uno de esos días en que te parece que vas a derretirte, que te sientes fundida y, a ratos, no puedes más.

Ayer pasé horas en la oficina, sudando aunque no me movía mucho. Ayer no estaba a gusto ni tumbada en la hamaca.

Ayer, cuando atardecía ya, y parecía que aflojaba el calor, después de todo el día de sol y bochorno, bajamos hasta el lago a pescar con la atarraya.

El sol estaba ya bajo, la luz empezaba a ser suave y el gris podría ser el color dominante. El agua gris del lago estaba caliente, sobretodo en la zona poco profunda cerca de la orilla. Primeros lanzamientos de atarraya, y nada. Yo no soy muy habilidosa con esa red circular y pesada, me cuesta mucho lanzarla, más aún si me llega el agua al pecho, así que no me dejan probar mucho, un par de lanzamientos, y ya hay alguien que quiere quitármela de las manos. Ayer además teníamos poco tiempo, ya que se nos iba la luz, así que me entretenía nadando y observando.


De repente, a lo lejos, vi algo en el agua, algo que no terminaba de identificar, como un tronco flotando, pero era extraño porque avanzaba a contracorriente... Me quedé mirando, subida en una piedra, intentando tener algo de perspectiva. Al verme observar fijamente, los demás volvieron la vista hacia donde yo miraba, y rápido se dieron cuenta de que lo que yo veía era un lagarto, es decir, un cocodrilo. Yo sospechaba que pudiera serlo, pero ya digo que no lo veía claro, ellos sí.

Se acabó la pesca. Se acabó el baño poco refrescante, se cabó... El animal estaba bastante lejos, allá por el zacatón, pero se hundió, esperamos bastante rato y no consegimos volver a verlo salir.

De vuelta sin pescado, y de nuevo sudando en la cuesta arriba.

Ya de noche, después de cenar, se nos vino encima la tormenta, lluvia fría y torrencial, para aliviar los calores del día. En la radio dicen que estamos en alerta por temporal, lluvia, rayos, truenos y viento, fuerte viento. Por las ventanas de mi habitación entran gotas de lluvia tamizadas por la mosquitera, el sonido del viento en los árboles es espectacular, pero yo me duermo, fresca y tranquila. Al amanecer veo que varias ramas han caído durante la noche, no oí nada; un árbol ha caído también un poco más abajo, en mitad del camino, tempranito estaban ya aserrándolo, ¡hay que aprovechar la madera!


miércoles, 8 de junio de 2016

Rellenando la despensa.

Al amanecer ya estábamos en camino.

El sedero sale desde detrás de las casas y va paralelo a la orilla del lago; entre los árboles se vislumbra el sol salir, el reflejo en el agua de un amarillo pálido; las siluetas oscuras de otras islas; la antena recién instalada.

Hay que caminar casi una hora para llegar hasta el monte donde se siembra, por un sendero que sube y baja, atraviesa varias quebradas, pasa cerca de algunas casas y muy cerca de la orilla del lago a ratos. Estos días está lloviendo bastante, así que las quebradas llevan bastante agua, y el sendero es casi como un pequeño riachuelo de lodo.  Cuesta andar sin resbalarse, es decir, me cuesta andar sin resbalarme, porque a mis compañeros de camino parece que no les cueste.
Cada quien carga su comida para el día, agua. Y además llevamos un saco de arroz (una lata es la medida) para sembrarlo.


Se siembra tierra adentro, en una loma que a tramos resulta bastante empinada.

Trabajamos en silencio, cada quien con su tarea; unos hoyando la tierra con unos espeques de madroño, otros llenando los huecos con pequeños puñaditos de arroz, los perros matando ratas.

Aquí se quema el monte para preparar la tierra para la siembra, y se riega veneno para los pájaros y las ratas. Son métodos con los que yo no comulgo, pero entiendo que es lo más fácil y lo más rápido, teniendo en cuenta que todo el trabajo se realiza de forma manual, con machete, con espeque y agachando el lomo, lo comprendo. Porque cuando has pasado toda una mañana sembrando bajo el sol, o bajo una lluvia recia, y llegas a la mañana siguiente, después de una hora de caminata, cargado y sudando, y te encuentras que una buena parte de los huecos del día anterior te los han abierto las ratas, y se han llevado la mayor parte del arroz, te dan ganas de envenenarlas a todas.

Silencio. Sólo se oye el canto de algunas aves, el latido de los perros a ratos, el sonido rítmico del espeque hoyando la tierra húmeda, algún sonido metálico de algún machete a lo lejos. Básicamente silencio.

En algunas zonas alrededor de donde estamos, ya han brotado los primeros granos, ya asoman algunos grupos de hojitas verdes sobre la tierra, tengo una sensación de alegría al verlos. No los he sembrado yo, pero alguien puso su esfuerzo y su sudor para que esas plantas nazcan, y es una sensación estupenda, más aun sabiendo que esos granos que ahora están brotando serán el alimento de la familia durante los meses siguientes.



Se está sembrando ahora, a finales de mayo o inicios de junio, y se espera la cosecha para septiembre, si todo va bien y llueve suficiente.

Poco más abajo, un hombre anda espantando palomas, tórtolas y zanates. Espantando y matando, si puede, a golpe de tirachinas o de honda. Su arroz ya está sembrado, ha empezado a asomar sobre la tierra, y tiene que defenderlo para alimentar a la familia. Pasará horas y horas en este monte durante los próximos días, cuidando el arroz, entretenido aquí y allá, plantando semillas de pipián, o de calala, entrenando con la honda, o cazando algún garrobo, para acompañar el arroz que trae de casa, de camino al monte se aprovisiona de mangos.

Aprovisionamiento de proyectiles para honda y tirachinas 
Una vez terminada la lata de arroz que traíamos para sembrar, nos vamos de vuelta. Queda otra hora de caminata hasta llegar a casa. Hoy ha hecho sol, tengo la nuca colorada, la camiseta y el pantalón empapados de sudor, los pies ni los siento dentro de las botas de hule, alguna ampolla en la mano derecha de andar hoyando con el espeque. Pero voy contenta, la sensación de ver los primeros brotes de lo que será muy pronto un arrozal es estupenda.


Antes de llegar a las casas, nos desviamos del sendero hacia el lago, toca un chapuzón antes de comer, porque el calor no se aguanta. Ya refrescados llegamos a casa y nos tienen lista la comida, arroz, frijoles, guineo cocido y pollo, acompañado de un riquísimo fresco de piña.

miércoles, 1 de junio de 2016

Allá voy de nuevo.

Hoy viaja poca gente en este avión, no creo que llegue a un tercio el número de asientos ocupados.
Es extraño, eso da cierta intimidad al viaje, cuando el avión va lleno siempre hay jaleo, siempre hay gente en los pasillos, ruido y gente en cola para el servicio. Hoy no.
Aunque, justo en este momento, un niño pequeño llora unas filas más atras.
 Este es un avión de los modernos, de los que tienen pantallitas individuales, y cada quien ve lo que quiere, cada cual viaja en su propio mundo.
Hoy cuesta más observar a otros pasajeros, es como una intromisión; a pesar de que las distancias son las mismas que en otros vuelos y los espacios también.

Hoy viajo sola, más sola que otras veces.

La cabina del avión a oscuras, sólo alguna luz aquí o allá, algunas pantallas encendidas, y silencio.
Hace rato que ni las azafatas s pasean por los pasillos, estamos casi rozando la costa americana, según el mapa de mi pantallita, y, también según mi pantalla, en unas cuatro horas estaremos aterrizando.
En mis auriculares suena Enrique Morente, la canción "Negra, si tu supieras", no la había oido antes.
No hay nadie en el asiento de mi lado, así que tengo las dos mesitas desplegadas, y escribo con la luz encendida; la otra mesa está en penumbra, sobre ella el libro, el periódico y otro lápiz.
Mi mente se pierde a su aire, salta del pasado al futuro, recuerdos de estos últimos días y previsión de los próximos. Familia y gente querida desfila ante mí. A la vista: encuentro con mi hermanita nica, noche de hostal, madrugar y de nuevo horas de viaje, esta vez en bus, hasta la frontera, adunas y control de equipaje y pasaporte, San Carlos, y panga, antes de llegar por fin a destino.

¡¡Vuelvo a las islas!!

Amanece en la pista del aeropuerto de Sevilla

Vistas privilegiadas

Recorrido caasi completado

información general, casi llegando