miércoles, 1 de junio de 2016

Allá voy de nuevo.

Hoy viaja poca gente en este avión, no creo que llegue a un tercio el número de asientos ocupados.
Es extraño, eso da cierta intimidad al viaje, cuando el avión va lleno siempre hay jaleo, siempre hay gente en los pasillos, ruido y gente en cola para el servicio. Hoy no.
Aunque, justo en este momento, un niño pequeño llora unas filas más atras.
 Este es un avión de los modernos, de los que tienen pantallitas individuales, y cada quien ve lo que quiere, cada cual viaja en su propio mundo.
Hoy cuesta más observar a otros pasajeros, es como una intromisión; a pesar de que las distancias son las mismas que en otros vuelos y los espacios también.

Hoy viajo sola, más sola que otras veces.

La cabina del avión a oscuras, sólo alguna luz aquí o allá, algunas pantallas encendidas, y silencio.
Hace rato que ni las azafatas s pasean por los pasillos, estamos casi rozando la costa americana, según el mapa de mi pantallita, y, también según mi pantalla, en unas cuatro horas estaremos aterrizando.
En mis auriculares suena Enrique Morente, la canción "Negra, si tu supieras", no la había oido antes.
No hay nadie en el asiento de mi lado, así que tengo las dos mesitas desplegadas, y escribo con la luz encendida; la otra mesa está en penumbra, sobre ella el libro, el periódico y otro lápiz.
Mi mente se pierde a su aire, salta del pasado al futuro, recuerdos de estos últimos días y previsión de los próximos. Familia y gente querida desfila ante mí. A la vista: encuentro con mi hermanita nica, noche de hostal, madrugar y de nuevo horas de viaje, esta vez en bus, hasta la frontera, adunas y control de equipaje y pasaporte, San Carlos, y panga, antes de llegar por fin a destino.

¡¡Vuelvo a las islas!!

Amanece en la pista del aeropuerto de Sevilla

Vistas privilegiadas

Recorrido caasi completado

información general, casi llegando

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