Ha llovido, no en exceso, pero no está mal.
Las mañanas y las noches son frías,
a medio día la temperatura se templa
y al sol incluso hace calor.
Al atardecer y en las primeras horas sin sol
se oye algún que otro bando de gansos,
que vienen por fin llegando.
La marisma está aún bastante seca,
no se puede decir que esté ni borracha,
pero ya hay agua en algún lucio
y los caños empiezan a inundar sus zonas aledañas.
Allá por el norte se ha segado todo el arroz.
Los cotos verdean tímidamente después del yermo verano.
Las bellotas van cayendo.
El ciclo sigue y el paisaje cambia.
Y los flamencos dan color aquí y allá a un otoño cierto,
preludio indudable del invierno que se acerca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario