martes, 5 de enero de 2021

Magia en la Noche de Reyes

 Mi padre es la persona más generosa que conozco.

En los últimos años se preguntaba a veces que para que, y se preguntaba (y me preguntaba) quien era él, donde quedaban sus anhelos y como llenar sus carencias.

No eran preguntas recurrentes, solo finales de largas conversaciones, en días en que los dos volvíamos a casa cansados.
Creo que tuvo una infancia feliz, hasta que murió su padre; entonces pasó de recibir a dar, de tener todas sus necesidades cubiertas, a aparcarlas para cubrir las de otros, yo no sé si eso fue así (entonces yo no lo conocía) pero así lo sentía él. Y yo no pongo en duda sus sentimientos, ninguno de los que me dejó vislumbrar.

Desde entonces, tenía 16 años cuando perdió a su padre, solo supo anteponer los demás a sí mismo.


Y el día 6 de enero no era una excepción.
El día de Reyes era en casa una demostración de ese infinito amor, que le costaba tantísimo poner en palabras, al menos con sus hijos; quizá en otros ámbitos era más locuaz, no puedo (ni quiero) saberlo. 

Pero su cara esa mañana fue siempre de expectación, de inquietud y de satisfacción, al ver las nuestras. Las caritas de unos niños ilusionados e invariablemente sorprendidos. Lo conseguía siempre y estoy segura de nunca le fueron fáciles ni gratos los días previos al 6 de enero de buena mañana. Pero a mí me gusta pensar que a partir del momento en que veía nuestras caras, de niños sorprendidos por los Magos de Oriente, (niños ya con más de 40 años o rondándolos) los sinsabores, la soledad y el estrés de los días previos le merecían la pena, quiero pensar que se olvidaba de todo y simplemente disfrutaba de nuestro disfrute.

Y todavía le quedaba magia suficiente para endulzar aun más el roscón del desayuno.

Hay magia de verdad en casa hoy, la magia compartida de haber recibido su infinita generosidad.
Feliz día de Reyes, que la magia no se esfume a pesar de la ausencia.

Te echaré de menos, hoy y siempre. Te quiero Padre

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