viernes, 11 de septiembre de 2015

Agüita clara, derecho humano.

El agua potable, algo tan imprescindible para la vida, algo tan inaccesible a veces. 

Las islas del archipiélago de Solentiname, en mitad de esta inmensidad de agua dulce que podría abastecer a toda la población de Nicaragua durante años, no tienen agua potable. El agua del lago tiene unos niveles de contaminación que suponen un riesgo importante para la salud, mucha agua pero inútil si no se le da tratamiento. Es el agua que hay disponible, es el agua que se bebe, no hay otra.

Por aquí se ha bebido del lago siempre, generación tras generación las gentes de Solentiname han bebido las aguas del Cocibolca, es una relación íntima, duradera y fiel. Lo que ocurre hoy es que la contaminación es mucho mayor que hace unos años e infinitamente más grave que hace décadas,  pero el agua no sabe mal, no huele mal y, en general, no se ve sucia. Es difícil entender que es peligrosa para la salud, sobretodo cuando tus mayores te dicen que ellos la bebieron siempre y mira que sanos están.

Pero aquí llueve, llueve mucho durante prácticamente la mitad de los meses del año, y ese agua lluvia cae limpia, y se puede aprovechar, solo hay que almacenarla en las condiciones adecuadas y habrá agua potable durante todo el año. Captar el agua que cae de los tejados y almacenarla en pilas de hormigón,  no es difícil y ni siquiera tan caro. En esas estamos, construyendo pilas para recoger agua lluvia.

Primero se construye la pila, y después se lava, y ya el mantenimiento es sencillo y la limpieza una vez al año, justo cuando empiece la época de lluvias.

Ayer limpiamos la pila de una escuelita, se acabó de construir hace unas semanas y ya le tocaba limpieza, tanto a la pila como al filtro, en el que hay piedrín y arena. En esta primera limpieza estaremos nosotros, pero a partir del año que viene ya no estaremos…. La comunidad participa en la limpieza, porque la pila es suya aunque la hayamos construido nosotros, y porque como digo, para la próxima estarán solos. 

Somos un gran grupo de gente, haciendo un buen trabajo de equipo, hay niños y niñas de seis o siete años, hombres, mujeres, jóvenes, y hay tarea para todos. Se empieza por el tejado de zinc, el canal y luego el filtro, lavar el piedrín y la arena para el filtro es lo más entretenido, una vez que eso está hecho solo falta lavar el hueco donde irá, y colocarlo dentro.












Lavar el interior de la pila es lo último que se hace; dentro hace calor, el ambiente es húmedo y sofocante, y en cuanto empiezas a moverte rompes a sudar. Baldes de agua, cloro y cepillos, y dos personas frota que te frota, techo, paredes y suelo hasta que el agua sale completamente limpia.

Poner la tapa del filtro, la de la pila y listo. Queda sellar con cemento ambas tapas, y tenemos una hermosa pila preparada para que llueva. 
Los niños y niñas de esta escuelita tomarán agua potable a partir de las próximas lluvias y esperemos que durante todo el año, o al menos ese es el objetivo de esta obra, ojalá se cumpla.

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