Estoy aquí, a miles de kilómetros de esa Europa moderna, fría y sin alma. Estoy aquí, con escaso acceso a la información, en un entorno donde poco importa lo que pasa más allá de lo que se puede ver, porque aquí no llega nada de lo que sucede ahí fuera.
Estoy aquí, lejos de la polémica foto de un niño, poco más que un bebé, muerto en la orilla. Pero me llega la angustia y el dolor. Siento una tremenda frustración de no poder hacer nada. Hasta el nombre del niño se sabe, el de su hermano y sus padres, los tramites que habían hecho pidiendo ser acogidos, se sabe todo de ellos y ya no sirve para nada.
¿De verdad está ocurriendo? ¿De verdad siguen arriesgando la vida miles de personas, a las que no les queda más que arriesgar la vida, ya sea en su casa o de camino a no saben donde? ¿De verdad se puede ser así de egoísta?
Si alguien no lo entiende, es para nada explicárselo.

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