martes, 8 de septiembre de 2015

Sopita de cangrejos para la cena

Caminamos en fila, uno tras otro, las linternas encendidas alumbrando al suelo, los pies metidos ya en el agua. Cuando hemos bajado era ya noche cerrada, el camino hasta el lago es estrecho y sinuoso, lleno de lodo y resbaladizo. Los niños van jugando, intentando asustarnos y riéndose.
Allá vamos, unos con botas de hule, otros en chanclas, pantalones cortos y cargados con linternas y cubo.

Gracias a PabloSS por las fotos.
Yo no puedo dejar de pensar en ti, en las noches de exploración que pasamos juntos aquí, hace ya unos años. Miro en todas direcciones, busco en las ramas bajas aquella bejuquilla de cabeza triangular, y entre las grietas los geckos de labios plateados, que sorprendimos entonces. Hoy el objetivo es otro, hoy lo que nos interesa está en el agua, en la misma orilla. Pero tú estarías disfrutando igual, sé que te encanta buscar cangrejos. Hoy no dejo de pensar en aquellas noches de pesca en Trafalgar. 

El reflejo del haz de luz en el agua me impide ver bien lo que hay debajo, el agua tampoco está clara, pero algunos están ya sacando cangrejos como locos, y yo no veo nada…. Me quedo mirando como lo hacen, es increíble,  uno sujeta el cubo con una mano y con la otra va echando cangrejos que recoge de manera compulsiva del fondo, la otra sujeta la linterna que da luz a los dos en una mano, y con la otra también agarra cangrejos compulsivamente, como si todo lo que hubiese bajo estos veinte centímetros de agua fuesen cangrejos. Sigo sin saber cómo lo hacen. Yo no veo nada.
Nos cambiamos a otra playa, en busca de más cangrejos. El paseo de una playa a otra es divertido, resbalando en el lodo y riendo con los niños.


La misma película de nuevo, vemos poco, apenas algún cangrejo que se mueve por supuesto mucho más rápido de lo que nosotros llegamos a ellos, me siento torpe. Los niños agarran cangrejos cien veces mejor que yo, y se ríen de mí. Por fin tengo uno a mi alcance, lo piso, lo tengo sujeto debajo de mi pie, siento que se mueve bajo la suela de mi bota, me agacho y busco la manera de agarrarlo sin poner al alcance de sus pinzas mis dedos. Vuelvo a pensar en ti, en Trafalgar, en alguna nécora y en muchos centollos. Lo consigo, lo agarro y lo echo al cubo. ¡Conseguido! Vinimos a coger cangrejos, y cogí uno, no está tan mal.

Nuestros trofeos.
Sopita de cangrejos para la cena, no gracias a mis capturas claro, pero en total si da para una sopa.

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