viernes, 28 de agosto de 2015

Santa Rosa, la isla más familiar

La Santa Rosa es una isla pequeña, muy pequeña, queda a la espalda de una de las islas principales, y es casi completamente llana. La vegetación es baja, a excepción de algunas palmeras espigadas y algunos palos de mango, guanábana y otros frutales.

Santa Rosa está muy limpia, con zonas como ajardinadas, con arriates y flores. Hay mujeres barriendo cuando llegamos, y casi que barren sobre limpio.

La escuelita está en un pico de la isla, pintada de los eternos colores de las escuelas aquí, azul y blanco, colores de la bandera de Nicaragua y de los uniformes escolares. Los colores en los que están pintados todos los centros educativos del país.

En total, en Santa Rosa, hay once casas, todos los habitantes de la isla están relacionados familiarmente. Abundan los niños y niñas, que se encuentran en el receso de la escuela cuando llegamos, así que están en casi todas partes.

La mayor parte de los pobladores de Santa Rosa se dedica a la pesca, salen a diario y llegan a vender el pescado hasta San Carlos. También hay pescado puesto a secar cerca de las casas. Varios botes están a la vista en las orillas de la isla, y varios más están de pesca por los alrededores. Junto a una de las casas están construyendo un bote más, de madera de cedro de color rojizo, el suelo lleno de virutas de madera y dos hombres trabajando duro para hacer cuadrar todas las tablas. Los botes son todos estrechos y largos, el ancho da para que pueda ir una persona sentada y poco más.  Casi todos los botes están pintados de azul y rojo, con el nombre y la matrícula escritas en blanco.

Se respira tranquilidad, hay una especie de sopor, de silencio húmedo y blando. Una vez más,  estamos inmersos en la calma del día a día,  en las rutinas y las manías,  en la vida cotidiana. 

No hemos cumplido objetivos, no se ha llegado aún a la meta, aunque debería haberse alcanzado hace un tiempo. La calma, el sopor, se contagian e invaden los resquicios de nuestro proyecto. El baile a distinto ritmo provoca pisotones, desencuentros e incluso caídas; no queda más remedio que levantarse, ajustar los ritmos y seguir bailando, somos pareja obligada de baile, y la música no para.







1 comentario:

  1. Ana, preciosa, soy Nuria, de Cultura. Espero que te acuerdes de mí!
    Quiero felicitarte por tu blog, me parece interesantísimo y, lo más importante, lleno de vida.
    Un beso enoooorme y mi admiración profunda por lo que haces.

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