viernes, 14 de agosto de 2015

Privilegiada espectadora de una realidad cambiante.

Las cosas van despacio en cooperación,  debe ser así para que se aúnen los ritmos. Las cosas van despacio en Nicaragua, al suave que dirían acá,  y Solentiname es quizá lo más pausado de este hermoso país. 

Los avances son lentos y los objetivos tardan en cumplirse. Pero a veces se cumplen, y eso es maravilloso,  poder ser espectadora de esto y tener capacidad para valorarlo, con todas sus carencias, es un auténtico privilegio.

Hace algunos años, un grupo de mujeres solicitó que se les apoyase con la construcción de un horno, hubo que hacer cálculos,  algo así como un plan de empresa, calculo de costes, plan de trabajo.... Desde el proyecto se aportaron parte de los materiales, la comunidad puso la madera; desde el proyecto se contrató a un maestro albañil y de la comunidad salieron los peones. Mano a mano, y al suave, siempre al suave, se construyó el horno. 

Ya se hacía pan para la comunidad, y también sobraba algo para vender. Alguna torta básica también salió de aquel horno en los primeros tiempos.

Lo siguiente fue hacer un curso de repostería,  y participaron muchas mujeres, algunas de aquella comunidad, y también de otras comunidades. Aprendieron nuevas recetas e ideas creativas de decoración y presentación de los platos; no todas las recetas aprendidas necesitan horno, algunas basta con freír,  e incluso algunas solo amasar y mezclar ingredientes.


Ayer cumplí años, y pasamos a ver a Doña Isabel, el horno queda cerca de su casa, y ella participó en aquel primer curso de repostería,  le encargaron una tarta (queque, se dice aquí) para mí. ¡Ahora es posible! Se puede tener una hermosa tarta de cumpleaños en las islas, sin tener que ir hasta San Carlos a por ella.

Esta es mi hermosa tarta de cumple.

Para algunos de vosotros esto quizá sea superficial, puede que no os parezca importante, pero imaginad cuanto iguala a estas comunidades poder  celebrar un cumpleaños en condiciones similares a las de otras poblaciones, sin necesidad de viajar un día entero, sin necesidad de perder ese día de trabajo, sin necesidad de pagar un boleto de viaje de ida y de regreso, ¿en cuanto aumenta todo esto el precio de un queque?. Imaginad lo que supone algo tan superfluo, tan prescindible y a la vez tan arraigado en las costumbres sociales.

Celebrando en el muelle.

Lo celebramos, sí.  Tengo que agradecer a los compis que hicieran de este día algo tan especial, que se molestaran en sorprenderme y me acompañaran en un rato tan lindo. GRACIAS CHIC@S.

6 comentarios:

  1. Qué maravilla, Ana, todo lo que cuentas. ¡¡APLAUSOS para todos!! Me llega la emoción de ese horno y esos panes y tartas y queques y lo que sea de aquí en más.

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    1. Gracias Begoña, ¿te llega también el olor de pan recién horneado? Un beso

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  2. Ana ,,siempre te lo digo,escribes maravillosamente,,,,porque transmites sentimientos ,me hubiera encantado compartir contigo esa tarta bss

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