Las últimas mareas grandes metieron agua en los rompidos, agua salobre mitad río mitad mar; agua que trae vida y colores por fin a esta margen del río.
Es una alegría ver los bandos de flamencos de nuevo, y las reuniones de limícolas volando al unísono, escuchar las protestas de las cigüeñuelas y el aleteo de los patos reales al levantar el vuelo.
A falta de lluvias que colmen los lucios, disfruto de estos encharcamientos, que día a día se vuelven más salobres y menos apetecibles, pero que de momento son un espectáculo precioso. Tengo además la fortuna de haber acompañado a gente que me enseña, que también disfruta, que comparte conmigo sus vivencias, experiencias, inquietudes y propuestas.
Esta Doñana está llena de románticos.




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